miércoles, marzo 15, 2006
5/VIII/05: Paris
Tras toda la noche andando por Paris, sin una mísera cabezadita, nos dimos una vueltecita por los alrededores del Sacre Coeur a ver dónde podríamos desayunar algo típico de Paris: un café au lait (café olé bien pronunciado) y unas brioches o croissants o algo... nada. Íbamos tan zombis que no sabría decir dónde está una cafetería moderna que hacían brioches de todos los colores y sabores, bastante indrustrial para mi gusto.
Seguimos paseando por la famosa calle del Moulin Rouge, el café de Le Chat Noir... y tras comprar algunos regalitos volvimos a bajar por la rue Clichy hasta la Place d'Estienne d'Orves para comer un Kebab gigante, unas patatas fritas y agua freskita del grifo (5€). Después de semejante atracón la modorra se apoderaba de nosotros, así que pillamos el metro hasta el parque de las Tullerías a ver si un poco de césped blandito nos permitiría dormirnos una buena siesta... pero no. Estaba asquerosamente húmedo, el cielo estaba nublado y cada dos por tres nos caían gotas heladas en la cabeza. Conclusión: nos quedamos con las ojeras puestas.
Ya que la lluvia no parecía que fuera a parar pronto nos abrigamos en el edificio del Louvre. Sabíamos que nuestro escaso presupuesto no nos permitiría entrar en el museo, pero dio la casualidad de que los viernes a las 6 de la tarde el Louvre abría sus puertas gratuitamente a los menores de 26 años... y no pudimos dejar pasar la oportunidad. El museo lo cerraban a las 9, así que disponíamos de 3 horas para ver un museo monstruosamente enorme: Fuimos a toda prisa para ver algunas cosillas puntuales: la zona egipcia, la pintura italiana... ¿La Mona Lisa? No, no, preferimos quedarnos embobados delante del resto de cuadros de la sala: Las bodas de Canan de Verones, el Paraiso de Tintoreto, el Concierto campestre de Tiziano... la Gioconda estaba en medio llena de turistas haciendole fotos, pero la rodeaban verdaderas maravillas menos famosas, y que para mi gusto valían más la pena contemplarlas.
Nuestra última noche en París la pasamos también sin dormir, esperando a nuestro tren en la Gare du Nord, que salía a las 6 de la mañana... quién iba a imaginar que la estación la cerraban de 1 a 4!! No éramos los únicos que habían decidido pasar allí la noche: un chico se nos acercó para comentar que sería mejor que nos juntáramos todos para ver si le dábamos pena a los de seguridad y nos dejában quedarnos, o bien para ser un grupo más numeroso en la fría y peligrosa calle de la estación. Al final acabamos 2 franceses, 2 griegos interraileros, un mejicano, un belga y nosotros dos jugando a las cartas en la zona de los taxis... ¡y conseguimos enseñarles a jugar a Polis y Cacos!! xDD Otra de las anécdotas increíbles fue ver cómo los guardias de la estación, con unos perrazos diabólicos, echaban a patadas a un tipo que se había colado dentro... el pobre quedó atrapado en los baños, sujetando la puerta para que el monstruo con dientes no le comiera... Consejo: no os hagáis los longuis cuando os echen de la Gare du Nord...
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